martes, 20 de marzo de 2007

El éxito de compartir.

En cierta ocasión, un reportero le preguntó a un agricultor si podía divulgar el secreto de su maíz, porque ganaba el concurso al mejor producto año tras año. El agricultor confesó que se debía a que compartía su semilla con los vecinos.

- ¿Por qué comparte su mejor semilla de maíz con sus vecinos, si usted también entra al mismo concurso año tras año? - preguntó el reportero.

- Verá usted, señor, - dijo el agricultor -, el viento lleva el polen del maíz maduro, de un sembrío a otro. Si mis vecinos cultivaran un maíz de calidad inferior, la polinización cruzada degradaría constantemente la calidad del mío. Si voy a sembrar buen maíz, debo ayudar a que mi vecino también lo haga.

Quienes decidan vivir bien, deben ayudar a que los demás vivan bien, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca. Y quienes optan por ser felices, deben ayudar a que otros encuentren la felicidad, porque el bienestar de cada uno se halla unido al bienestar de todos.

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  • Nota: Pues sí y aunque no todo el mundo es así, aunque no todo el mundo ayuda a los demás, la que suscribe puede presumir, (a parte de los cercanos) de tener a su alrededor, de una forma lejana, gente que ayuda y a su vez como gesto recíproco se deja ayudar, esas "chicas prestosas" que dán la mano si te caes y que dicen 4 palabas para hacer sentir mejor a quien lo necesita, con las que compartir risas y no tantas risas, ellas comprenden o al menos lo intentan, escuchan aunque sean "babayadas", ellas hacen mucho bien. Todos deberíamos tener unas personas "prestosas" que sabemos siempre estarán ahí para escuchar, para reir y claro también para llorar, porque la unión, el saber que no se está solo/a te ayuda a no dejar la lucha que cada uno tiene, a seguir por conseguir los propósitos. La mayor fuerza tiene que salir de uno mismo, pero que duda cabe que todos necesitamos una mano que tire de nosotros en un momento dado. ¿O acaso me equivoco?.