miércoles, 14 de marzo de 2007

Triple Filtro.

En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos.

Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo: ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?.

Espera un minuto, -replicó Sócrates- antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.

¿Triple filtro? -dijo el hombre.
Correcto, -continuó Sócrates- antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir, es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.

El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto? -preguntó Sócrates.
No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y...
Está bien -dijo Sócrates- entonces realmente no sabes si es cierto o no.

Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo? -prosiguió preguntado Sócrates.
No, por el contrario... -dijo el hombre.

Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.
Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la utilidad. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo? -dijo Sócrates.
No, la verdad es que no -contestó el hombre.
Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no es útil ¿para qué querría saberlo?.

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  • Nota: Pues sí es cierto, pero es difícil quitar la curiosidad y el cotilleo de la gente, muchas veces es por puro aburrimiento o por ver que los demás tienen muchos más problemas o son peores personas. A veces es con maldad y a veces es puro chisme sin pensar en que puede ser doloroso para la gente de la que se habla. Pero la pura verdad es que es muy fácil hablar de los demás pero molesta que hablen si es mal de uno mismo. Eso sí yo diría:

    "¡¡ Que hablen de mí, bien o mal pero que hablen !!".